Oración y Ayuno

Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades. Pero con frecuencia EL(Jesús) se apartaba a lugares desiertos PARA ORAR. Lucas 5:15-16

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● LA PROMESA DE UNA RESPUESTA

Por:Charles Spurgeon Clama a mi y yo te responderé…Jeremias 33:3

No debiéramos soportar ni siquiera por un minuto el horroroso y lamentable pensamiento de que Dios no responderá la Oración. Su naturaleza, según se manifiesta en Jesucristo, demanda que así sea. El se ha revelado en el evangelio como Dios de amor, lleno de gracia y verdad; así, ¿cómo podría negarse a ayudar a aquellas criaturas suyas que humildemente buscan su rostro y su favor de este modo por él mismo establecido? Recordemos luego, junto con su naturaleza, su carácter pasado. Me refiero al carácter que le ha hecho famoso a través de sus pasadas obras de gracia. Consideren, hermanos míos, aquella grandiosa exhibición de amor —si quisiéramos nombrar un millar, no podríamos dar una mejor ilustración del carácter de Dios que aquel hecho grandioso-“El que no escatimó ni a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo -y esta no es mi inferencia, sino la inspirada conclusión del apóstol- no nos dará también con él todas las cosas?” Si el Señor no se niega a escuchar mi voz siendo pecador culpable y enemigo, ¿cómo va a desechar mi clamor ahora que he sido justificado mi corazón no conocía, y no buscaba ayuda, si después de todo no me escuchará ahora que soy su hijo y su amigo? Las heridas sangrantes de Cristo son la segura garantía de la oración contestada. En su peculiar poema The Bag (La Bolsa), George Herbert representa al Salvador diciendo: 2Si hay algo que quieras mandar o escribir (no lleve valija pero hay siempre lugar,) para entregar de mi padre en las manos, (créeme) de seguro lo va a recibir porque me preocuparé de tu encargo.

Cerca de mi corazón lo puedes poner y si otros quisieran emplearme así, la puerta hallan abierta de par en par, y, lo que envíe, en manos del Padre entregaré acrecentado para que reciba más.” Ciertamente el pensamiento de George Herbert era que la expiación por sí misma es una garantía de que la oración debe ser oída, que la gran herida hecha junto al corazón del Salvador, que dio paso a la luz para ver las profundidades del corazón de la divinidad, era una prueba de que aquel que se sienta en los cielos quiere escuchar el clamor de su pueblo. Si piensas que la oración es inútil, estás haciendo una lectura equivocada del Calvario.

Pero, amados, tenemos La promesa de Dios al respecto, y El es Dios, que no puede mentir. “Invócame en el día de la angustia… te responderé.” ¿No ha dicho ‘Todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis?” Por cierto, no podemos orar a menos que creamos esta doctrina; “porque es necesario que el que a Dios se acerca, crea que El es galardonador de los que le buscan”; y si tenemos alguna duda en cuanto a que nuestra oración sea leída somos comparables con los que tienen doble ánimo: “Porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y es echada de una parte a otra. No piense pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.”

Podría además dar fuerza a nuestro argumento si decimos que nuestra experiencia nos lleva a creer que Dios contestará la oración. Yo no puedo hablar por ti; pero puedo hablar por mí. Si hay algo que yo sé, algo de lo cual estoy seguro más allá de todo duda, es que las palabras de una oración jamás se gastan en vano. Si no hay hombre alguno aquí que se atreva a decirlo, yo me atrevo a afirmarlo, y sé que puedo probarlo. Mi propia conversión es el resultado de largas, afectuosas, fervientes e importunas oraciones. Mis padres oraban por mí; Dios oyó sus clamores, y aquí estoy para predicar el evangelio. Desde entonces, me he aventurado en empresas que estaban muy por arriba de mi capacidad, pero nunca he fracasado, porque me he arrojado en los brazos del Señor.

Ustedes saben como iglesia que no he tenido escrúpulos para fijarme en grandes ideas de lo que podríamos, hacer para Dios. Y todo lo que nos hemos propuesto lo hemos cumplido. He buscado la ayuda de Dios, su socorro y auxilio en todas las múltiples empresas, y aunque no puedo contar aquí la historia de mi vida privada mientras he hecho la obra de Dios, si la escribiera sería una prueba firme de que hay un Dios que contesta la oración. El ha oído mis oraciones, no de vez en cuando, no un par de veces, sino muchísimas veces, tantas, que se ha convertido en un hábito el exponer mi causa delante de Dios con la absoluta certeza de que lo que le pida, El me lo concederá. Ahora no es un “quizás” o una posibilidad. Sé que mi Señor me contesta, y no me atrevo a dudar, porque sería ciertamente una necedad el hacerlo. Así como estoy seguro que una cantidad de fuerza sobre una palanca levantará una cosa pesada, yo sé que una cierta cantidad de oración trae la bendición. Como la primavera lo llena todo de flores, así las súplicas aseguran las misericordias. En todo trabajo hay ganancia, pero más que en todos la hay en la obra de intercesión; de eso estoy seguro, porque de ello he tenido mi cosecha.

Pero recuerda que la oración siempre se ofrece en sujeción a la Voluntad de Dios; que cuando decimos “Dios oye la oración, no queremos decir con ello que él siempre nos da literalmente lo que pedimos. Sin embargo, queremos decir esto, que EL da lo que es mejor para nosotros y que si él no nos da la misericordia que la pedimos en plata, la concede en oro. Si no nos quita el aguijón en la carne, nos dice “Bástate mi gracia,” y eso finalmente equivale a lo mismo.

Nosotros nunca ofrecemos una oración sin insertar aquella oración: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” Solamente podemos orar sin un “si” condicional cuando estamos seguros de que nuestra voluntad es la voluntad de Dios, porque la voluntad de Dios es completamente nuestra voluntad….Amen

“Orar es como bañarse en un fresco arroyo susurrante, para escapar del calor del sol de verano. Orar es subir en alas de águilas por sobre las nubes y entrar en la claridad del cielo donde Dios mora. Orar es entrar en el tesoro de Dios y enriquecerse de lo que ofrecen sus graneros inagotables. Orar es tomar el cielo en los brazos de uno, abrazar a la Divinidad con el alma, y sentir que el cuerpo de uno es Templo del Espíritu Santo. Aparte de la respuesta, la Oración en sí es una bendición. Orar, mis hermanos, es arrojar nuestras cargas, es echar nuestros harapos, es deshacernos de nuestras enfermedades, es ser lleno de vigor espiritual cristiano. Que Dios nos conceda el estar mucho tiempo en el santo arte de argumentar con Dios en oración.” Charles Spurgeon

ORACIÓN. Señor, concédenos cada dia de nuestras vidas, el anhelar con todo nuestro ser, espiritu, alma y cuerpo, el estar en tu presencia en comunicación continua contigo, con la guia de tu Santo Espíritu por medio de la Oración. Gracias Señor por tu respuesta a esta Oración. Veremos tu poder actuando en cada vida de quienes conforman este grupo Vencedores Restauracion, que ha sido creado para tu gloria, honra adoración y alabanza. Amen…

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