● UN CANTAR ENTRE LOS LIRIOS

Durante mucho tiempo mi esposo, fue mi ídolo sentía que sin el no podía vivir, y vez tras vez me desilusionó. Los ídolos del corazón son de barro y siempre nos decepcionaran. Solo mi amado Señor Jesucristo me rescato de la prisión del Rechazo, Abandono, maltrato psicológico y menosprecio, le dio sentido y propósito a mi vida. Renuncia en el nombre de Jesucristo, a toda idolatría por tu esposo(a), hijos, familia, o cualquier otro ídolo de tu corazón y entrégale tu corazón a Jesucristo, EL no te defraudara NUNCA. Porque tu esposo(a) es tu Hacedor, Jehova de los Ejércitos es su nombre y tu Redentor el Santo de Israel, porque como a mujer( la mujer en la biblia, es la iglesia, somos tu y yo) abandonada y triste de espíritu te llamo el Señor y como a la esposa(o) de la juventud que es repudiada(o) dijo el Dios tuyo. Isaias 54:5-6. En el nombre del Señor Jesucristo te pido que leas atentamente este mensaje,el cual ha bendecido mi vida de manera muy especial: ENAMORATE TOTALMENTE DE JESUCRISTO Y EL SE ENCARGARA DE RESTAURAR, RESTITUIR TODO LO QUE HAS PERDIDO. EL ES NUESTRO LIBERTADOR, SALVADOR, REDENTOR, SANADOR, EL LO LLENA TODO EN TODO….

UN CANTAR ENTRE LOS LIRIOS

MI AMADO ES MIO…Cantares 2:16 Por: Charles Spurgeon

Aquí tenemos UN DELEITE DE TENER A CRISTO. “Mi amado es mío.” La esposa considera que esta es la primera de sus notas de júbilo, la piedra angular de su paz, la fuente de su bienaventuranza,la corona de su gloria. Observen aquí que cuando tal expresión es usada sinceramente, la existencia del Amado es una realidad. El escepticismo y el cuestionamiento no tienen cabida en aquellos que cantan de esta manera. Las filosofías y vanas palabrerias contra las eternas verdades de nuestra santa fe no pueden tener ningún efecto sobre corazones enamorados del Hijo de Dios, pues, morando en Su inmediata presencia, han superado la etapa de la duda, han dejando muy atrás la región de los cuestionamientos, y en este asunto han entrado al reposo.Nosotros creemos que poseemos una mayor evidencia de Su ser, de Su poder, de Su Deidad y de Su amor hacia nosotros, de la que pudiera ser aportada en relación a cualquier otro hecho. Siempre hemos encontrado, amados, que cuando nos ha sobrevenido un tiempo de desalentadora duda—y tales ataques escalofriantes nos sobrevendrán—sólo hemos de retornar a las meditaciones sobre Jesús, y Él se convierte en Su propia evidencia, haciendo que nuestros corazones ardan dentro de nosotros con amorhacia Su carácter y Su persona, y entonces la duda es vencida. No acabamos con nuestra incredulidad por medio de la razón, sino que la aniquilamos por medio del afecto.

El que puede decir de corazón: “mi Amado,” es un hombre que está en el camino de la fe confirmada. El amor no puede, no quiere dudar; arroja lejos las muletas del argumento y vuela sobre las alas del disfruteconsciente, cantando su himno nupcial, “Mi amado es mío, y yo soy suya.” En el caso que tenemos ante nosotros, el amor de la persona orientada al cielo es percibido y reconocido por ella misma. “Mi amado,” dice ella; no es un afecto latente; ella sabe que lo ama, y lo manifiesta solemnemente.No susurra: “espero amar al incomparable,” sino que canta: “Miamado.”No hay ninguna duda en su alma acerca de su pasión por ‘el todo codiciable’. Ah, queridos amigos, cuando sientan la llama del amor dentro de su alma, y le den una expresión práctica, ya no preguntarán más: “¿amo al Señor o no?” Entonces su conocimiento interior prescindirá de las evidencias.

No necesitamos ninguna evidenciade que Jesús es precioso para nosotros cuando, como un manojito de mirra, perfuma nuestro pecho. Si nosotros estamos ansiosamente inseguros en cuanto a nuestra seguridad, y cuestionamos nuestra propia condición, es porque no estamos viviendo con Jesús como deberíamos hacerlo; pero cuando Él nos lleva a Su casa del banquete, y si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión con Él y con el Padre, y entonces creemos y estamos seguros, y nuestro amor a Jesús es indisputable, porque arde interiormente demasiado fervientemente para ser negado. Pero el meollo del texto radica aquí: nuestra posesión de Él es demostrada, lo sabemos, y lo sabemos mediante una buena evidencia: “Mi amado es mío.” ¿Quién fue el primer hombre, registrado por el Antiguo Testamento, que dijo: “Mi Dios”? ¿No fue Jacob, cuando durmió en Bet-el y vio una escalera que llegaba al cielo? Aun después de esa visión celestial le tomó mucho esfuerzo llegar a “Mi Dios.” Jacob dijo: “Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios.”

Sólo después de una larga experiencia de la bondad divina pudo remontarse a la altura de decir: “Mi Dios.” ¿Y quién es el primer hombre en el Nuevo Testamento que llama aJesús: “Señor mío, y Dios mío”? Fue Tomás, y necesitó tener abundantes pruebas antes de dejar de hablar así: “Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.” Sólo cuando hubo recibido tales pruebas pudo exclamar: “¡Señor mío, y Dios mío!” Bienaventurados los que lo alcanzan por una fe más simple, que no han visto pero que han creído.

“Mi amado” es una expresión muy vigorosa. “Amado” es dulce, pero “Mi Amado” es lo más dulce de todo. Si piensan en ello, no es poca cosa reclamar a Dios como nuestro, reclamar a Jesús, el Amado, como nuestro,sí, ponerlo en singular, y llamarlo mío. pues Jesucristo es la porción de todos los creyentes. Su Padre lo dio a nosotros, y Él mismo se ha dado a nosotros. Jesús fue cedido a cada alma creyente como su posesión personal,en el pacto perpetuo, ordenado en todas las cosas, y será guardado; Jesús se entregó en realidad a nosotros en Su encarnación, volviéndosehueso de nuestros huesos y carne de nuestra carne; Él se ha hecho nuestro por Su pasión y muerte, amándonos y entregándose por nosotros para salvarnos de nuestros pecados; Él también nos ha dado poder para apropiarnos de Él por el don agraciado de la fe, por el cual nosotros de veras estamos casados con Él, y somos habilitados para

llamarle el esposo de nuestras almas, quien es nuestro para tenerlo y sostenerlo, para bien o para mal, para vida y para muerte, por un vínculo de unión matrimonial que ni la muerte ni el infierno, ni el tiempo ni la eternidad, pueden romper. Jesús es nuestro por la promesa, el pacto, y el juramento de Dios; mil seguridades y fianzas, vínculo y sellos, nos lo garantizan como nuestra porción y herencia perpetua.

Esta preciosa posesion se convierte en el unico tesoro para el creyente

“Mi amado es mío,” dice, y en esa frase resume toda su riqueza. No dice:

“mi esposa, mis hijos, mi hogar, mis consuelos terrenales son míos”; está

casi temeroso de decir eso, pues mientras todavía está hablando, podrían

cesar de ser suyos: la esposa amada podría enfermarse ante sus ojos, el

hijo podría necesitar un pequeño féretro, el amigo puede resultar ser un

traidor, y a las riquezas les podrían salir alas; por tanto, al sabio no le

importa decir demasiado positivamente que algo aquí abajo le pertenece;

verdaderamente siente que en realidad las cosas no son suyas, y solamente le han sido prestadas “para ser regresadas sin tardanza”; pero el Amado es suyo, y su posesión de Él es sumamente firme.Cuando el alma del creyente se encuentra en el mejor estado, no se regocija tanto ni siquiera en sus privilegios espirituales, como en el Señor de quien provienen. Él tiene justicia, sabiduría, santificación y redención; tiene tanto la gracia como la gloria aseguradas para él, pero prefiere reclamar las fuentes en vez de las corrientes. Él ve claramente que estas misericordias selectas son únicamente suyas porque son de Cristo, y únicamente suyas porque Cristo es suyo. Oh, ¿qué serían todos los tesoros del pacto para nosotros si fuera posible poseerlos sin tener a Cristo? Su propia savia y dulzura habrían desaparecido. Teniendo a nuestro amado como nuestro, tenemos todas las cosas en Él, y por tanto, nuestro tesoro principal, sí, nuestro único tesoro, es nuestro Amado.

Ahora, amados amigos, yo no puedo hablar acerca de esto como siento,y sólo puedo darles atisbos de eso que me llena por completo. Les ruego que contemplen por un solo instante el deleite que está contenido en este hecho: El bendito Hijo de Dios, el “resplandor de la gloria de Jehová,” todo Él es nuestro. Puede ser que no exhiba en mi carácter toda la gracia que desearía, pero “Mi amado es mío”;puede ser que sólo tenga un talento, pero “Mi amado es mío”; podría ser muy pobre y muy desconocido, pero “Mi amado es mío”; puede ser que no tenga ni salud ni riqueza, pero “Mi amado es mío”; tal vez no soy lo que debería ser, pero “Mi amado es mío.” Sí, Él es completamente mío, Su Deidad y Su humanidad, Su vida, Su muerte, Sus atributos y prerrogativas, sí, todo lo que es, todo lo que fue, todo lo que será, todo lo que Él ha hecho, y todo lo que hará, es mío. Yo no poseo una porción de Cristo, sino a todo Él. Todos los santos lo poseen, pero yo lo poseo en tal medida como si no hubiese jamás ningún otro santo que lo reclamara. Hijo de Dios, ¿ves esto? Tratándose de otras herencias, si hay muchos herederos, hay proporcionalmente tanto menos para cada uno, pero enesta Gran Posesión, cada uno que tiene a Cristo, tiene a un Cristo entero todo para sí, desde la cabeza de oro muy fino hasta Sus piernas, que son como columnas de mármol. Todo Su ilimitado corazón de amor, todo Su brazo de infinito poder, y toda Su cabeza de incomparable sabiduría, todoes para ti, amado hermano. Quienquiera que seas, si en verdad confías en Jesus, EL ES TODO TUYO.

Mi amado es todo mío, y absolutamente mío; no mío para meramente mirarlo y hablar de Él, sino mío para confiar en Él, para hablarle, para depender de Él, para acudir presuroso a Él en cada hora problemática, sí, mío para alimentarme de Él, pues Su carne es verdadera comida, y Su sangre es verdadera bebida. Nuestro amado no es nuestro solamente para ciertos usos, sino que es nuestro sin reservas, sin restricción. Puedo tomar lo que quiera de Él, y tanto lo que tome como lo que deje son míos. Él mismo, en Su siempre gloriosa persona, es mío y siempre mío. Mío cuando lo sé, y mío cuando no lo sé; mío cuando estoy seguro de ello, y mío cuando dudo de ello; mío de día, y mío de noche; mío cuando camino en santidad, ay, y mío cuando peco, pues “si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” Él es mío en el monte de Mizar, y mío en los desbordamientos del Jordán; mío junto a la tumba donde entierro a mis seres queridos, mío cuando yo mismo sea enterrado allí, mío cuando resucite otra vez; mío en el juicio, y mío en la gloria; por siempre mío.

Nuestro amor dice que Él es un Cristo hermoso, codiciable, dulce, y precioso, y hemos de estar seguros de que, sin importar cuán codiciable, dulce, y precioso sea, Él es todo nuestro. Nuestro amor dice que no hay nadie como Él, es Rey de reyes y Señor de señores, es el siempre bendito; bien, como el Rey de reyes y Señor de señores, es suyo.No podrían nunca tener una consideración demasiado alta de Él, mas cuando consideren lo mejor, Él será suyo en esa condición sublime. No tiene una gloria tan alta que no pueda ser suya, ni un lustre tan brillante que no sea suyo. Él es mi amado, y deseo vehementemente enaltecerlo, pero nunca puedo traspasar este círculo de oro: Cuando lo enaltezco al máximo, es todavía mío. Entonces, aquí está la base de la vida cristiana, el fundamento sobre el cual descansa: saber con suma certeza que Cristo es completamente nuestro es el principio de la sabiduría, la fuente de la fortaleza, la estrellade la esperanza, el amanecer del cielo….

“Sí, Tú eres mío, mi bendito Señor,

¡Oh mi Amado, Tú eres mío!

Y, comprado con la preciosa sangre,

Mi Dios y Salvador, yo soy Tuyo.

“¡Mi Cristo! Oh, cántenlo en los cielos,

Que cada ángel alce su voz;

Entonen con diez mil arpas Su alabanza,

Conmigo, ejércitos celestiales, regocíjense.

El don indecible es dado,

La gracia de Dios lo ha hecho mío;

Y, ahora, delante de la tierra y del cielo,

Señor, yo reconozco que soy Tuyo…”

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